Cómo Internet rescató a este pueblo del olvido

San Luis de Tacshacuraray es una de las 3.852 comunidades aisladas del Perú en las que ya se han instalado estaciones satelitales de Internet y telefonía pública. Esta es su historia

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Por: Nelly Luna

Se llama Riter Papa Tote, es hijo de ecuatorianos que llegaron a San Luis de Tacshacuraray viajando por el río Napo, tiene 29 años, dos hijos varones, vive de la agricultura y está aprendiendo computación por su esposa. "Ya sé prender y apagar la computadora, y usar el mouse, pero mi esposa quiere que aprenda Internet", dice. Es ella quien vende productos de belleza, la que le insiste en que aprenda el manejo de Internet porque así podrían pedir los cosméticos, sin tener que ir hasta Iquitos en un tortuoso viaje en lancha que dura casi un día.

San Luis de Tacshacuraray se encuentra en la ribera del río Napo. Como el 95% de la población de Napo, Tacshacuraray no tiene acceso a agua potable ni desagüe y la energía eléctrica se reduce a tres horas proveniente de un grupo electrógeno.

El 22 de mayo se instaló aquí una de las 3.852 estaciones satelitales que proveerán de Internet y teléfono a las comunidades más aisladas del país como parte del programa Banda Ancha Satelital (BAS), un proyecto de US$48 millones financiado por el Fitel (Fondo de Inversión en Telecomunicaciones) y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). La iniciativa es ejecutada por Telefónica del Perú.

El teléfono y el acceso a Internet en Tacshacuraray —que funciona íntegramente con paneles solares— fueron instalados en la casa de Artidoro Ramírez, el propietario de una bodega que ya ha invertido en la compra de tres computadoras conectadas a la red para alquilarlas: "Creo que los niños serán los más beneficiados porque ahora podrán investigar sus trabajos en Internet", dice.

POBLACIONES AISLADAS
Guillermo Robles, jefe del área de ingeniería satelital de Telefónica del Perú, explica el proceso de implementación del proyecto: "Los US$48 millones incluyen la instalación de la infraestructura y dos años de mantenimiento. Luego de este tiempo será el emprendedor, en cuya casa se instaló el sistema o la comunidad, quien asuma tal tarea".

Una de las condiciones que estipuló el Fitel para este proyecto fue garantizar la capacitación de por lo menos el 15% de la población beneficiaria. Las instituciones encargadas de esta capacitación gratuita en la que ahora Riter Papa Tote aprende son Inictel y la ONG Ideas.

Aurelio Vargas, capacitador de Inictel en Tacshacuraray, dice que son los adultos los que más en serio toman las clases, aunque son también los que más demoran en aprender. "A diferencia de los niños, que aprenden muy rápido", dice el profesor y señala a Rubén Omaeche (12), la sensación de la clase. Él aprendió parte de lo que sabe en sus aulas, en el proyecto Huascarán. Todo iba bien hasta que algo en el sistema se malogró y nunca más se reparó. Hace más de cuatro años que de este proyecto nadie sabe nada por estos lares.

"Ese niño sabe mucho, ojalá yo también aprenda, así mi mujer ya no tendría que viajar hasta Iquitos", dice un optimista Riter Papa Tote.







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