1.       Cuando él llega a su casa, desea encontrar tranquilidad y silencio. Tal vez su jornada ha sido agitada y agotadora, y ansia llegar al "oasis" del hogar. Ella, por su parte, ha estado atendiendo sus quehaceres domésticos, rodeada de niños, y necesita comunicarse con alguien de su misma edad. Por lo tanto, él busca silencio y ella conversación.

2.       Si él se decide hablar, su interés gira en torno a su trabajo y a sus propias actividades, en tanto que ella quiere charlar acerca de las cosas de la casa.

3.       Cuando salen a pasear, no hay para la esposa placer más grande que mirar vidrieras, en cambio, para el marido esto resulta una tortura.

4.       Para ella, ahorro significa comprar por S/.100 lo que vale S/.200 para él, tener el dinero guardado en el banco.

CUATRO FRASES QUE SE DEBEN EVITAR

Si no vamos a hablar de lo que edifica, es mejor callar. Estas frases jamás deberían ser dichas.

1.       "Nunca haces lo que yo te digo". Es típica de un tirano.

2.       "Eres igual a tu madre (o padre)". Esto constituye una doble ofensa: a su cónyuge y a sus padres, seres muy cercanos afectivamente.

3.       "¡No entiendes nada!" Esta declaración proviene de una postura soberbia que menosprecia a la otra persona y que cierra toda posibilidad al diálogo.

4.       "¡La culpa es tuya!" Esto es hacer lo de Poncio Pilatos: lavarse las manos. Casi siempre la culpa se reparte en partes semejantes.

También hay 2 palabras que conviene descartar: "siempre" y "nunca" ("¡Siempre estás de mal humor!" "¡Nunca pides perdón!").

CUATRO FACTORES FUNDAMENTALES

Hay ciertos ingredientes básicos que no deben faltar para que el amor se mantenga e incluso se acreciente.

1.       Paciencia. No es fácil, pero resulta indispensable para no quebrar la armonía matrimonial.

2.       Capacidad y perdón. Guardar resentimientos aísla y separa a los esposos. El perdonador restaura la relación.

3.       Priorizar al otro. Es importante pensar primeramente en nuestro cónyuge. El egoísmo es uno de los factores más destructivos de la pareja.

4.       Dominio propio. Para pelear hacen falta 2 personas. Es necesario aprender a callar hasta que la situación se calme. Aprender "a contar hasta 10". Debemos cuidar con diligencia y sensibilidad la frágil huerta de los afectos.

CUATRO ASPECTOS QUE ALTERAN LA ARMONIA EN UNA RELACION

1.       Mal manejo de las finanzas indican que el 70% de los fracasos matrimoniales se debe a problemas económicos. Un uso inadecuado del dinero puede crear situaciones traumáticas que erosionen el vínculo matrimonial.

a)       Un error muy frecuente es gastar en función de las necesidades, sin tener en cuenta las posibilidades.

Una trampa en la que podemos caer con facilidad es el crédito. La compra "en cómodas cuotas mensuales" nos tienta a gastar más allá de nuestras posibilidades; además, siempre terminamos pagando por el producto mucho más de lo que realmente vale.

b)      Muchos maridos cometen una grave equivocación: Traspasar a su esposa toda la responsabilidad del manejo del presupuesto. Esto es colocar demasiado peso sobre sus espaldas. Además, no falta el que acusa a*su esposa de "derrochona", a causa de que, por haber delegado totalmente esa función, desconoce las dificultades de la administración de las finanzas. Lo justo es que también el hombre se haga cargo del gasto y del desgaste que implica manejar el dinero.

c)       Por otra parte, no corresponde que la esposa valore a su marido sólo en función del dinero que aporta al hogar. Hay que comprender que las demandas y exigencias agobian al esposo; además, es sumamente desvalorizador ser apreciado solamente por el aporte material.

2.       La Infidelidad no sólo se despliega ante la posibilidad del adulterio. Se puede ser infiel al cónyuge de otras muchas maneras, porque ser fieles dentro del matrimonio significa protegerlo de cualquier interferencia externa. Implica mucho más que evitar una aventura amorosa.

Se es infiel al marido cuando se lo desplaza continuamente a un segundo plano para atender los quehaceres de la casa o aun las mismas exigencias de los hijos. Un esposo "engaña" a su cónyuge cuando prioriza su trabajo, la relación con sus amigos o sus hobbies a las necesidades de su esposa.

Respecto del adulterio, la realidad enseña que ni aun el matrimonio más firme puede estar seguro contra la seducción de una aventura amorosa. La comunicación sincera es vital para neutralizar la fuerza de este tipo de tentación.

3.       Olvidar que el matrimonio está formado por 3 personas. La fe en Dios es importante para conservar la estabilidad emocional en los momentos de crisis y unir al matrimonio.

La oración es un arma que nos ayuda a enfrentar los distintos momentos difíciles de la vida.

Es importantísimo que el creyente examine cada día su vida matrimonial para captar lo que nos aleja de Dios y de nuestro cónyuge, para detectar si hay alguna falta moral que erosiona y destruye nuestra vida interior.

4.       El enojo desmedido siempre produce consecuencias mucho más nefastas que las causas que lo provocaron. Ciertas palabras lanzadas en un momento de ira destruyen el alma, tanto del que las recibe como del que las pronuncia. Se suele decir que injuriamos más precisamente a los que más amamos. Esto es triste y lamentablemente cierto en el caso del matrimonio.

Nada cura las heridas en forma más sencilla y eficaz que decir: "Querida/o, estuve mal. No debí haber hablado de ese modo. Te pido que me perdones". En estos casos, la sanidad no proviene de afuera sino de adentro de la persona herida. Pero es necesario saber esperar, dar tiempo al ofendido para que pueda conceder el perdón. El médico puede enyesar un hueso quebrado, pero la "fuerza" que suelda ese hueso viene de adentro. Es un error creer que si pedimos perdón a quien hemos lastimado se recuperará instantáneamente. Hay que aprender a esperar.

La Biblia nos enseña un importante secreto: "No se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Efesios 4: 26). Si hubo una pelea, no debemos permitir que la ira vaya con nosotros a la cama. No hay algo más hermoso que despertar con el corazón alivianado por el perdón concedido o recibido.